Hace unos veinte días Rajoy desde
Australia hizo la promesa de venir a Catalunya para hacerse entender. Y este
fin de semana ha cumplido con su palabra. Aunque la haya cumplido a medias.
A pesar de la promesa de ir a
explicarse mejor, una vez en Catalunya confesó que no había ido a contar nada
nuevo.
Mariano Rajoy acusó al President de
la Generalitat de generar inestabilidad, de practicar el desgobierno y tachó su
plan de independencia de viaje a ninguna parte. Además el discurso fue mucho
más duro del que había utilizado anteriormente. Acusó también a Artur Mas de
ser el gobernante de todos los catalanes. Pero no dijo nada de cuando él en
casi todos sus discursos habla por todos los españoles.
En su intento de defender el
compromiso con Catalunya, Rajoy, hizo un cálculo de cuántas veces la ha
visitado él y sus ministros. ¿Qué pretende demostrar contando todas las veces
que ha venido a Catalunya? Si eso probase que es un buen presidente, Monago
sería presidente de Canarias.
Muchos analistas políticos están de
acuerdo en que Mariano Rajoy se limitó en contentar a los suyos después de que
el presidente permitiera la celebración del 9-N.
Como siempre dejando que desear. En
vez de tender la mano y favorecer el dialogo lo único que hace es dinamitar
cualquier posible rincón de democracia posible. Al más puro estilo absolutista.
Quiere dar lecciones alguien que pasa más tiempo en el viaje de ida que en la
estancia del destino. Concretamente casi dos horas se quedó en Catalunya porque
tenía un compromiso después. De hecho, ese compromiso era una boda. Pues sí,
váyase de boda y deje la democracia a los demócratas.