martes, 2 de diciembre de 2014

Bienvenido Mister Marshall

Hace unos veinte días Rajoy desde Australia hizo la promesa de venir a Catalunya para hacerse entender. Y este fin de semana ha cumplido con su palabra. Aunque la haya cumplido a medias.

A pesar de la promesa de ir a explicarse mejor, una vez en Catalunya confesó que no había ido a contar nada nuevo.

Mariano Rajoy acusó al President de la Generalitat de generar inestabilidad, de practicar el desgobierno y tachó su plan de independencia de viaje a ninguna parte. Además el discurso fue mucho más duro del que había utilizado anteriormente. Acusó también a Artur Mas de ser el gobernante de todos los catalanes. Pero no dijo nada de cuando él en casi todos sus discursos habla por todos los españoles.

En su intento de defender el compromiso con Catalunya, Rajoy, hizo un cálculo de cuántas veces la ha visitado él y sus ministros. ¿Qué pretende demostrar contando todas las veces que ha venido a Catalunya? Si eso probase que es un buen presidente, Monago sería presidente de Canarias.

Muchos analistas políticos están de acuerdo en que Mariano Rajoy se limitó en contentar a los suyos después de que el presidente permitiera la celebración del 9-N.

Como siempre dejando que desear. En vez de tender la mano y favorecer el dialogo lo único que hace es dinamitar cualquier posible rincón de democracia posible. Al más puro estilo absolutista. Quiere dar lecciones alguien que pasa más tiempo en el viaje de ida que en la estancia del destino. Concretamente casi dos horas se quedó en Catalunya porque tenía un compromiso después. De hecho, ese compromiso era una boda. Pues sí, váyase de boda y deje la democracia a los demócratas. 

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